provechando la leve marejada del mar mediterráneo, la pareja pasó de practicar sexo en el agua a una sala de hospital en la que vivieron uno de los momentos más bochornosos de su vida: ¡no podía despegarse! Durante la penetración, los músculos de la vagina se habían contraído y el miembro masculino se había quedado atrapado en su interior.
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