La casa de Chúss Fernández es blanca, de una sola altura y de planta casi cuadrada. Hace cinco años entró una golondrina. Husmeó la casa, la cruzó varias veces y se encariñó con una lámpara de papel a rayas blancas y negras, pasillo adentro, para hacer su nido. Desde entonces, ya han nacido casi medio centenar de pollitos.
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