"Hace poco más de un año, el entonces obispo emérito Fernando Lugo conseguía la hazaña: poner fin a una hegemonía de seis décadas del Partido Colorado, con una alianza con los liberales y el apoyo de los movimientos campesinos y populares de un país gobernado por mafias de toda calaña, dedicadas a todo tipo de tráficos, contrabando e ilegalidades diversas, amparadas por un poder con el que compartían el botín. O simplemente eran las mafias las que ejercían, sin intermediarios, el poder."
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