El papa, recordando la historia de Ícaro, intenta exponer el castigo reservado a los que vuelan demasiado alto. (Icaro, volo tan alto que el calor del Sol derritió sus alas y cayó al mar). Según él “permitir el dejarse seducir por los descubrimientos sin prestar atención a los criterios de una visión más profunda puede desembocar en un drama como el mito que he mencionado.”
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