Bahréin y Yemen, como otros países árabes, se apresuraron a expresar su apoyo a la voluntad de los egipcios tras echar del poder a Mubarak. Sin embargo, esas declaraciones de simpatía apenas esconden la preocupación de los dirigentes por el riesgo de contagio de las revueltas entre sus poblaciones. El partido gubernamental yemení movilizó a sus simpatizantes para neutralizar una manifestación de protesta de la oposición. El rey de Bahréin anunció una ayuda cercana a los 2.000 euros para cada familia bahreiní.
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