“La felicidad no tiene precio”, apunta Geven, que ha procurado que en la aeronave quepan los cuadros y el sillón de la anciana “para que se sienta como en casa, aunque hayamos tenido que eliminar algunos dispositivos que ocupaban mucho, como por ejemplo extintores y cosas que ponen sólo por si acaso”. Lo que no ha conseguido Geven es que su hijo Jonas, de 17 años, acompañe a su suegra para que no esté sola.
|
etiquetas: humor , suegra , espacio