Todo empezó como un juego entre padre e hijo, a ver quién daba la bofetada más fuerte. Malcolm Callender, de 48 años, ex oficial del ejército británico, animó a su hijo Ewan, de 19, a que le devolviera «con todas sus fuerzas» la bofetada que le acababa de dar a su vástago en plena calle de Reading, Reino Unido. El hijo siguió las órdenes de su padre y derribó a Malcolm de un bofetón, provocando que se golpeara con la cabeza en un bordillo y muriera en el hospital al día siguiente por una «lesión cerebral catastrófica».
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