Las patentes tienen el supuesto cometido de incentivar la innovación. Sin embargo, en algunos casos, lejos de fomentar la innovación, la estancan, la ahogan. En la ciencia en particular, en la que los hallazgos dependen de otros hallazgos y de un esfuerzo colaborativo que empeña a veces a cientos de personas en investigaciones complementarias, la explotacion privativa de los resultados es, cuando menos, injusta. En este post se argumenta el por qué las patentes de fármacos, genes y procedimientos deberían abolirse o, al menos, reducirse.
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