El gran engaño se consumó y de aquella promesa de convertir Aragón en un Las Vegas a la europea no queda nada salvo una ley que sonroja a la clase política aragonesa, redactada casi al dictado de unos promotores de casinos de dudosa credibilidad. Eso fue y ha sido Gran Scala después de cuatro años, un proyecto que supuestamente atraería a millones de turistas y crearía miles de puestos de trabajo. Hace dos semanas, nadie se presentó en la localidad de Ontiñena (Huesca) para ejecutar la opción de compra de los terrenos reservados.
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