Quienes están empeñados en sostener posiciones de marcado carácter inmovilista no pueden ocultar su decepción y cada vez mas acentuado nerviosismo. Ahora lo podemos decir; la primera batalla, que con carácter estratégico sabíamos que tendríamos que librar iba a ser la batalla de la credibilidad (...)éramos conscientes de que las experiencias negociadoras (fundamentalmente Lizarra y la ultima) frustradas habían hecho mella en nuestra credibilidad política entre l@s ciudadan@s vasc@s.
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