La orquídea, una de las flores más cosmopolitas y exhuberantes del mundo, no sólo es símbolo de belleza sino que esconde un tesoro de la naturaleza: el termómetro de la conservación. Si el curioso caminante y trepador descubre una orquídea salvaje es porque el entorno que le rodea está en equilibrio, pero los ecosistemas sanos, con la deforestación y el cambio climático, están en peligro y por tanto, también la reproducción natural de esta planta.
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