El proyecto fue rechazado en septiembre de 2006, tras comprobar que la mina invadiría el Parque Natural Fragas do Eume. Meses después, la compañía remitió una nueva propuesta reduciendo las dimensiones de la explotación, retirándose a tan sólo 50 metros del Parque Natural. Esta distancia es insuficiente para frenar las emisiones de polvo, gases y ruidos que acabarán afectando sin duda al espacio protegido, así como a las viviendas colindantes. Incomprensiblemente, en febrero de 2010, el proyecto salvó el escollo administrativo y fue aprobado.
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