Una de sus víctimas, de 16 años, le comentó a Manuela el problema sobre su edad y le dijo que no se preocupase, que había niñas más jóvenes que ella, de incluso 13 y 14 años. Al principio se les decía que sólo tendrían que dar masajes, pero si las menores se interesaban verdaderamente por el trabajo, las exigencias iban a más: “sólo tienes que dejar que te besen y te toquen”. Los hombres más jóvenes eran unos abogados penalistas –David (30 años), Tomás (37 años) y Francisco Javier (49 años ). Estos abogados pedían siempre menores.
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