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Ojalá que quede alguno vivo

Sin ser habitualmente partidaria de la venganza debo reconocer que deseo que siga vivo alguno de los dirigentes de la Falange que busca el juez Garzón. Esos que se sumaron al golpe de Estado franquista con tal ahínco y asumieron tan hondamente su cruel esencia que se convirtieron en los tentáculos ideales para el régimen. Alcaldes y gobernadores civiles eran los jefes locales y provinciales del Movimiento. Convertidos en acusación, juez y verdugo, ¡con qué dedicación y soltura elegían a los culpables para que fueran paseados y olvidados después

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