El informático llegaba, en sus propias palabras, "muy mosqueado del día anterior", cuando había tenido que trabajar hasta las 21:30 h a pesar de que su jornada debería haber terminado cuatro horas antes. "Era uno de esos días que te pilla revirado y estás harto de que se rían de ti y se lo dije: 'Bueno, ¿Cómo nos vais a compensar las horas extras?'. Me respondió, simplemente, que no estaba planificado", declara Arturo -nombre ficticio- un periodista de 34 años que huyó del sector por la precariedad y decidió certificarse en el lenguaje Java.
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