Augusto Bier inventó la anestesia lumbar pero para ello requirió primero saber si funcionaba para lo cual, en compañía de su asistente Augustus Hildebrandt, planeo inyectársela pero algo salió mal y Beir quedó con un agujero en su cuello del cual su líquido cefalorraquídeo comenzó a fluir. Entonces le tocó el turno a Hildebrandt a quien, después de ser anestesiado, Bier apuñaló, martilló, quemó, arrancó su vello púbico y -presumiblemente para dejar bien claro la eficiencia del invento- aplastó sus testículos
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