En la ría de Vigo, más de dos mil mujeres faenan mariscos. Cuando baja la marea, se encorvan y arañan los lechos en busca de almejas y ostras como si fueran pepitas de oro. Casadas con pescadores y hombres que viven la mitad de sus vidas en el mar, prefieren trabajar en la costa que limpiar casas en la ciudad. Mujeres de manos callosas y espaldas con lumbalgia, organizadas para enfrentar a las mafias de intermediarios y compradores. (3 páginas)
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