Los gritos de "In-de-pen-dènci- a!" son constantes, y al acabar la tarde sólo un sordo podría negar que ha sido el más coreado. Nada que ver con el espíritu de la mani de 1977, que visto desde este 2010 parece medio cándido. La gente está realmente indignada y cada uno a su manera explica más o menos lo mismo: que no hay diálogo cuando sólo uno habla y el otro tiene que acatar, supuestamente. Artículo de Quim Monzó sobre la manifestación de ayer en Barcelona.
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