No se trata ni de indigentes ni de inmigrantes recién llegados. La crisis ha empujado a llamar a las puertas de los servicios sociales a personas que hasta ahora nunca lo habían hecho: trabajadores en paro o autonómos arruinados. La crisis se ha cebado en ellos. Todo el mundo hace la misma radiografía: la petición de ayudas se ha disparado y la mitad son para pagar el alquiler o la hipoteca. El Ayuntamiento de Barcelona prevé aumentar de 6,9 a 8 millones de euros la partida de este año para saldar esas cuentas.
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