A pesar de la crisis, el negocio inmobiliario en la Costa Brava, Costa Daurada y Barcelona se sostiene, en parte, gracias a la compra de pisos y casas por parte de ciudadanos rusos que deciden adquirir una casa para veranear –y en muchas ocasiones su lugar de residencia permanente– en Catalunya. “Son nuestros mejores clientes y gracias a ellos tenemos trabajo”, resalta David Janssen, propietario de la inmobiliaria Barnamar de Salou, que añade que de las últimas cinco ventas que ha hecho en la Costa Daurada, tres han sido para clientes rusos.
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