«Con esta sentencia desaparece el último hálito de dignidad que le quedaba a la justicia china». El pasado día 26, Xu Zhiyong no pudo mostrar con más contundencia lo que sintió al conocer que el tribunal de Pekín que lo juzgaba «por haber reunido a una multitud para alterar el orden público» había decidido condenarlo a cuatro años de prisión dos semanas después del nacimiento de su primera hija. Esas palabras las articuló en su nombre el abogado que lo ha defendido, al que la Policía se llevó a empellones para que no continuase hablando
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