¿Cómo es posible que Abraham y Moisés no dejaran rastro alguno en el antiguo Egipto, pese a ser éste el escenario de gran parte del Antiguo Testamento? Dos investigadores franceses creen haber desentrañado por fin este gran enigma de la Biblia: los hebreos del Éxodo no eran otros que los egipcios de Aket-Aton, la capital sobre la que reinaba Akenaton, el primer faraón monoteísta. Enlace directo:
digital.el-esceptico.org/numero.php?numero=45&anno=2000#1339