Casi 50 años después de que la ciudad de Nueva York prohibió la pintura de plomo en edificios residenciales, niños jóvenes continúan envenenados por el plomo como resulta- do de la negligencia de un propietario. La situación es particularmente trágica cuando uno considera que un dueño del edificio puede quitar la pintura de plomo sin costarle mucho.
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