Con amargas despedidas de sus dueños, como si se tratara de un largo e incierto viaje, miles de mascotas fueron sacadas de Nueva Orleans antes de la llegada del huracán Gustav y llevadas a refugios que evitarán la matanza de animales que causó Katrina tres años atrás. "Voy a extrañarte mucho. Cuidate nena, te amo", le decía Rosemary Jarreau, una residente de Nueva Orleans, de 50 años, a su perra antes de que entrara en una jaula de plástico.
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