Tenemos una “clase” política –sí, una clase, porque ahí no puede entrar nadie sin ser ungido- que son todos como niños mal criados. Despilfarran como si no supieran que la condición de ciudadanos va unida a la de contribuyentes. Maquillan las cuentas o acusan de que el otro lo hace. Y cuando se aburren, tiran el tablero del parchís como si en estas partidas no nos fuera la vida a los ciudadanos en ello.
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