Llevo década y pico como periodista y, cada vez que intervengo en un medio audiovisual o transcribo una entrevista grabada, me pongo fatal. Odio, como casi todo el mundo, el sonido grabado de mi propia voz. Pero hace tiempo que esa experiencia desagradable de escucharse uno mismo se ha extendido a casi todo el mundo, gracias a los smartphones y nuestras apps sociales.
|
etiquetas: sonido , oido , voz , propia