Todo hace indicar que Alberto Fabra quiere ligar su suerte política al futuro de su colaboradora Esther Pastor. Una posición, la del presidente, muy frágil en la sede de Génova. Cuando se postuló a ser candidato, la secretaria General, Dolores de Cospedal, dejó una airada respuesta. Lo cierto es que las explicaciones de Fabra no han convencido en Génova y remachan el clavo de una gestión que se considera floja y llena de episodios de enorme torpeza, como el del “coach”, o la contratación de un cocinero albaceteño como “asesor”.
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