Las estadísticas arrojan unos datos extrañamente contradictorios: la mayoría de las personas que son llevadas a urgencias y creen que van a morir, en realidad corren poco peligro de muerte, al menos a corto plazo. Hasta ahí, es razonable, pues somos hipocondríacos por naturaleza. Pero lo chocante es que a la mayoría de esos pacientes les habría ido mejor si se hubieran quedado en casa. Es decir, acudir al hospital aumenta las posibilidades de sobrevivir si uno tiene un problema grave, pero aumenta las probabilidades de morir si no lo es.
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