“Afirmamos, y esta es la pretensión cristiana, que Jesucristo es el Salvador universal y que todo tiene que pasar por Él. El reconocimiento que nosotros hacemos de Jesús como Rey, como Salvador, en el Domingo de Ramos y a lo largo de toda la Semana Santa, tiene que proyectarse luego en la vida concreta”, concluyó el arzobispo declarando así su clericalismo exacerbado y contrario contra el derecho de la gente a no tener ese dios o ningún otro.
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