Los skinheads, que a finales de los ochenta y primeros noventa comenzaron a ser vistos merodeando en los alrededores del Castro, famoso barrio gay de San Francisco, tenían sus oponentes. Podías verlos en grupos de madrugada, con boina y pantalones militares, todos y todas perfectamente identificados. Previamente habían recibido clases de autodefensa, principalmente artes marciales impartidas por profesores que además les enseñaban a desarmar a sus oponentes. La mayoría eran gays y lesbianas bastante musculosos y dispuestos al enfrentamiento.
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