Se lo diré claramente para que se quede tranquila usted y todos los miembros de la Comunidad Judía Española que se sientan ofendidos por los pensamientos de Licinio Marco: yo no pienso igual que mi personaje. Es más, los autores no tienen por qué pensar exactamente igual que sus personajes literarios. Me parece asombroso verme obligado a explicar una cosa tan obvia. Ahora entiendo a Santiago Segura cuando se queja de tener que explicarle a la gente que él no es Torrente.
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