"Las personas merecen respeto (...): su integridad corporal y psíquica debe ser inviolable. Pero sus ideas, su concepción del mundo, han de ganarse ese respeto; sobre todo porque influyen en la forma en que organizamos nuestra vida y relaciones con el entorno, y eso afecta a los demás (...). Si trazamos líneas rojas sobre lo que se puede cuestionar o no, si se alzan muros que protejan una ideología de los ataques, el progreso intelectual será imposible, que es lo que desean algunos para mantener sus privilegios y las desigualdades jurídicas".
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