Escribo este artículo tras haber encontrado esta noticia publicada el martes, según la cual el aire de Murcia tiene la peor calidad de toda Europa cadenaser.com/emisora/2019/10/08/radio_murcia/1570530665_899816.html?f Habéis leído bien: no de España, sino de toda Europa.
Desde hace unos 2 o 3 años, cuando voy por la calle me fijo en que cada vez hay más gente tosiendo. No sólo ancianos, sino gente joven (especialmente chicas) que me encuentro en cualquier edificio público, tienda o parada de autobús. Son toses profundas, de las que nacen de los bronquios. A ello se suma el aumento de las alergias. Yo jamás había sufrido alergia en otoño, pero me he tirado todo el mes de septiembre con la nariz totalmente taponada. Y todas las mañanas al levantarme me tiro un buen rato tosiendo mientras preparo el desayuno, cosa que jamás me había sucedido (pues no soy fumador y jamás lo he sido). Enfrente tengo una vecina de unos 20 años que tose como si tuviera pulmonía día tras día (y tampoco me consta que fume, pues nunca sale olor a tabaco de su ventana, que está a 3 metros de la mía).
Últimamente he empezado a preguntar por su tos a la gente (incluso a desconocidos cuando estamos parados en un mismo lugar). Casi todos me hablan de la alergia, asma, el cambio de tiempo o que habrán cogido frío. Cuando les pregunto si hace 5 años tosían tanto o tenían alergia o asma, la mayoría no saben responderme, aunque algunos me dicen abiertamente que no, y que esto es cosa de hace poco (sobre todo los asmáticos). Yo también me he dado cuenta de que es cosa reciente, aunque me ha costado.
La situación que vivimos me recuerda al famoso experimento de la rana en la olla. Le van subiendo la temperatura del agua poco a poco, hasta que se vuelve tan caliente que la mata. Como la subida es gradual y muy lenta, la rana se va acostumbrando y no huye, por lo que finalmente acaba muriendo bajo la errónea convicción de que nada ha cambiado y el agua sigue siendo segura.
En Murcia, desde hace unos años, nuestros jóvenes tosen como bestias y los ancianos mueren cada vez más de enfermedades respiratorias. La gente, con el ritmo frenético que caracteriza a su vida, no se da cuenta de que las alergias o cambios de tiempo a los que achaca su tos no existían hace 10 años. No se da cuenta de que la causa es externa, de que tenemos el peor aire de Europa, y de que la molesta tos de hoy es el cáncer de mañana. No se da cuenta de que, a día de hoy, la defensa del medio ambiente no es cosa de 4 frikis que afirman que los arboles tienen sentimientos. Es cuestión de supervivencia.
Nuestro gobierno autonómico niega estos problemas y se limita a activar intermitentemente el protocolo anticontaminación en los días donde la polución es más extrema. Pero el problema permanece, y ellos no van a ocuparse porque en las urbanizaciones del campo donde viven la calidad del aire mejora sensiblemente. Si no nos concienciamos y exigimos medidas concretas, nuestra salud y la de nuestros hijos se pudrirán. Esto no es cosa de defender la dignidad del escarabajo pelotero. Es cuestión de protegernos frente a un veneno que nos está matando igual que a la rana de la olla le mató el agua hirviendo, sin que nuestra reacción sea más inteligente que la suya.