No me hagas spoiler de El Guardián entre el Centeno

Recuerdo hace tiempo, en un grupo de Whatsapp de escritura literaria, que comenté lo que me había parecido la novela de El Guardián entre el Centeno. Hablé sobre que el protagonista parecía un adolescente amargado, pero que en realidad estaba justificado, que tenía un buen fondo y que sus valores resultaban un arma de doble filo ante la hipocresía de la sociedad en la que vivía. Además, protegía e intentaba encauzar por buen camino a su hermana pequeña, resultando que este protagonista tan mal hablado y capullo tenía gestos ejemplares.

Es entonces que uno de los miembros más jóvenes del canal dijo: ¡No hagas spoilers!.

Y eso me dejó pensando. Todavía recuerdo ese comentario.

Porque, ¿spoilers de un libro ya considerado clásico? Ese choque da qué pensar porque, El Guardián entre el Centeno, no aplica a los tópicos de las historias actuales, tan dominantes y comunes. Ese concepto de aquel usuario más joven, reflejo de esta época, expresaba sin decirlo que las historias ahora se basan en giros de trama, en recalcar con fuerza el concepto de inicio, nudo y desenlace. Ahora las historias se consumen, y hay que verlas o leerlas antes que nadie para que no te destripen la trama. Se lee asumiendo que es lógico que haya secretos en la historia, que hayan vertientes inesperadas: todo resulta un trabajo de intentar convencer al lector. ¿Convencerlo? ¿Pero los libros no tratan de hacer pensar, de intentar profundizar sobre aspectos del ser humano? Son descendientes de la filosofía, o así he creído yo, un ingenuo víctima de mi época.

El Guardián entre el Centeno no posee la convención que parece obligatoria de “Un protagonista posee una vida hasta que de repente sucede algo que cambia todo”. Es entonces que lucha contra esa anomalía, convirtiéndose en otro tipo de persona, ganando o adaptándose a esa adversidad. La mayoría de historias son así.

Pero en este caso de El Guardián, se trata sobre conocer al protagonista, que intencionadamente nos cae mal hasta que al final lo conocemos a fondo y apreciamos sus valores. Es un aspecto de la vida misma, nos ha sucedido a todos al conocer a una persona, resultando que la primera impresión no suele acertar, y que todas las personas tienen sus motivos para ser como son, y que de todos podemos aprender por poco que sea.

Ale, os he “spoileado”. Ya no podéis leer el libro. Os he roto todos los esquemas al hablaros de un aspecto vital de la vida. Qué concepto más absurdo el de aquel chaval que ve las novelas como entresijos esquematizados, donde ciertos puntos nos sorprenden con artificios poco vistos para los que han leído menos, truquillos manidos para los que buscamos alguna novedad de verdad entre los best-sellers.

Y es que destripar la supuesta trama de este libro, es como hablar con alguien sobre la vida. Es como contarle una experiencia personal a un amigo/a cercano/a (que si nos fijamos, la experiencia narrada posee su nudo, que es lo que nos interesa, y en todo caso el inicio para saber cómo se llegó hasta ese punto, resolviendo el final por nosotros mismos al opinar sobre lo que le ha sucedido a esta persona cercana). Filosofar sobre la vida es algo natural y necesario, y poco a poco voy entendiendo porqué ciertos libros son considerados clásicos, por básica que aparente ser su trama.

La intención de este artículo es expresar lo chocante que me resultó el concepto tan básico como lo es un spoiler para un libro como este. Con otro tipo de situación igual no me habría dado cuenta, y de la inocencia o ignorancia se aprende.

Puedo hablar de El Viejo y el Mar y chivaros si al final el pescador logra llevar al grandioso animal pescado a tierra, pero en realidad eso es lo de menos: para mí fue un libro que habla sobre perseguir y lograr tus objetivos y sueños, sin importar la edad, y aunque os esté desvelando la esencia del libro (aunque más bien es mi interpretación del mismo) no estoy estropeando nada, porque es la forma de contarlo, la experiencia de su autor, que nos habla como con alguien cercano en una cafetería, lo que importa. Eso es personal para cada uno, y por mucho que te cuente al detalle el libro, no te voy a estropear nada, porque al acabar de leerlo vas a sacar tu conclusión y experiencia imaginada. Esa es la magia de las buenas historias.