Para 'fabricar' una bruja, bastaba en esa época un comportamiento rebelde o marginal, que llamase la atención. También alimentar rumores y alterar el orden público hasta atraer la atención de las autoridades, quienes declaraban 'abierta la veda'. Para condenar a una bruja, bastaba con partirle las piernas, arrancarle las uñas y ahogarla en una bañera. Friburgo fue el tercer lugar de Europa en ejecutar brujas, ya en el año 1429. Eran la tortura y el fanatismo religioso los que hacían a una bruja.
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