Si Goldman Sachs, JP Morgan, Deutsche Bank o Credit Suisse desaparecieran de la faz de la Tierra todo seguiría exactamente igual. En cambio, si cerraran las escuelas, los hospitales, los pozos petroleros o los laboratorios, ahí sí que ocurriría algo grave. La riqueza real se mide por la capacidad productiva de una economía y no por la capacidad de hacer fraudes financieros.
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