Nuestros legisladores, sus señorías, demuestran un corazón de oro cuando se trata de proteger a los perros y a los gatos. Les preocupa que estén estreñidos, o que coman mal, o que pierdan el pelo. Los vacunan y los llevan a la peluquería (...) Pero el toro no. Es criado en dehesas, alimentado por mano humana, ensalzado por poetas… pero no es un animal doméstico, de la domus, de la casa. El toro que se joda, por bravo.
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