Al parecer, la policía de la ciudad registró un incremento del 30% en el número de quejas y denuncias por exceso de ruido entre los meses de marzo y abril del año pasado. El tráfico se había evaporado de las calles a consecuencia de las restricciones y muchos locales de restauración habían cerrado, pero algo más alteraba el descanso de muchos japoneses: el regreso de los niños a los hogares. Al cerrar los colegios, el ajetreo natural a cualquier niño se traslado a los barrios y vecindarios. Para muchos japoneses se trató de un problema mayúscul
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