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Los niños empobrecidos no necesitan caridad, sino una redistribución justa de las riquezas.

“Ningún niño sin juguete” más que solidaridad ha sido una forma moderna del viejo concepto de “limosna” de los pudientes a los desheredados para tranquilizar sus conciencias. ¿O es que nadie se acordaba que cada día, incluidos el día de Navidad y el de Reyes, unos 16.000 niños mueren de hambre (o sea, más de 6 millones al año) y no por no tener una Barbi en sus brazos?. ¿O que decenas de millones de niños del Sur trabajan justamente en las empresas jugueteras del Primer Mundo, jornadas de hasta 14 horas diarias a cambio de un plato de comida?

| etiquetas: pobreza , campañas , instituciones , juguetes , caridad
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