El olor a pólvora a sus 16 años le era tan familiar como las órdenes que obedecía del cártel del Golfo para matar en uno u otro lado de la frontera entre México y Estados Unidos. Rosalío Reta Jr., descrito como violento y sin compasión por policías de esta ciudad, es la prueba inocultable de que las bandas del narcotráfico de México están reclutando a niños como sicarios. Igual como hicieron en Colombia los cárteles de Medellín y de Cali, Rosalío, según su propia confesión, fue preparado por narcotraficantes con un solo objetivo: matar.
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