No habrá sosiego ni se podrá avanzar en el necesario consenso educativo hasta que no se rompa el Concordato. Es posible que el empeño del ministro Ruiz Gallardón por conectar con el sector más duro del PP, mediante la nueva regulación del aborto o el intenso deseo de controlar el funcionamiento del aparato judicial, tenga que ver con sus ambiciones políticas y su deseo de adquirir peso dentro de su organización, aunque sea imitando al Tea Party. Resulta más difícil explicar por qué recorre el mismo camino el ministro de Educación.
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