«Tenemos que garantizar que, como nación, nuestra sangre sea pura. Eso tiene que ver con nuestra independencia», explica Battur, 23 años, al tiempo que destaca que la población de Mongolia es inferior a 3 millones. «Si empezamos a mezclarnos con los chinos, nos irán absorbiendo poco a poco. La sociedad mongola no es muy rica. Los extranjeros vienen con mucho dinero y podrían llevarse a nuestras mujeres». Reconoce que conoció estas ideas a través de los grupos nacionalistas que surgieron en Rusia tras la caida de la Unión Soviética.
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