Nicolas Sarkozy ha tenido que dedicarse en los últimos días, antes de sus vacaciones de Navidad en Marraquech, a hacer un ejercicio de equilibrismo para intentar parar una bola de nieve que él mismo lanzó. Ante las numerosas derivas islamófobas desencadenadas por los debates sobre el velo islámico y sobre la identidad nacional propuestos por Sarkozy, el presidente ha multiplicado las señales para desmarcarse de la etiqueta de racista.
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