No duraron mucho pero dejaron una profunda huella en el imaginario de muchos aficionados a los automóviles. Los muscle cars y sus hermanos pequeños, los pony cars fueron una fauna eminentemente americana y por tanto extrovertida y basada en la pura potencia. Receta básica: aquellos enormes motores V8 bajo unos capós kilométricos, la predilección por las rectas frente a las curvas, el consumo de gasolina de 100 octanos, sonidos que quitan el hipo… Oh yeah, os invito a sumergiros en este submundo irracional, glorioso y sin complejos.
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