En el servicio de mujeres del establecimiento apenas caben dos personas y el cuadro ocupa una parte de la pared que está pegada al espejo. Representa un reloj con péndulo, del que cuelgan unas originales ristras de chorizos, y que marca las tres en punto. «Debía de ser la hora de la digestión, o cuando había acabado los chatos y se disponía a tomar un cocido», apunta con sorna el artista hijo de artista.«Es auténtico y es muy bueno», afirma Urbano Lugrís Vadillo tras unos segundos de análisis de la obra
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