Un único peldaño de los que María José Giménez escala ya supone todo una proeza. Cada mañana, esta vecina de Molina de Segura, de 37 años de edad, baja a la calle para realizar sus compras diarias. La vuelta al hogar supone siempre una ardua tarea. Subir las escaleras de su edificio ya le resta casi media hora de su tiempo. Para ello debe bajarse de la silla de ruedas en la que se mueve desde su infancia y arrastrarse por las escaleras hasta llegar al segundo piso. «Esto lo hago todos los días», exclama exhausta; «me arrastro como un perro».
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