La versión sobre cualquier hecho es fácilmente contrastable a través de las redes sociales y los aparatos inteligentes, que memorizan cada paso que damos y también nos convierten en una suerte de detectives privados de vez en cuando con los demás. En este caso, el delator ha sido un Apple Watch, pero no por haber desvelado mensajes de infidelidad, sino por registrar unas pulsaciones más que sospechosas a las dos de la mañana.
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