Sin embago, Seguí señaló que, pese a ser el noveno año consecutivo que se consiguen bajar los fallecidos y que es la primera vez en la historia del organismo en la que este cifra no supera las 2.000 personas, no se puede enarbolar «ningún signo de victoria», porque el número de muertos implica un drama similar a «dos trenes como el de Santiago cada mes» y «5,2 vidas perdidas al día».
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