La capital rusa vive estos días el mes de diciembre más caluroso de la historia. Y no sólo es que las temperaturas no bajen de cero, sino que no hay ni rastro del tradicional manto de nieve que cubre habitualmente sus aceras y parques en esta época del año. Los osos del zoológico son incapaces de hibernar, las pistas de hielo se derriten y las flores brotan
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