Cualquier persona que se haya dedicado a actividades comerciales sabe que lo peor que le puede pasar es la rotura de stock (es decir, quedarse sin surtido para vender cuando hay demanda). Una rotura de stock puede provocar en los potenciales clientes la búsqueda de productos alternativos (con la posibilidad de perderlos definitivamente), o lo peor, la sensación de haber sido engañados, con la mala publicidad que ello puede tener.
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